Museo encanta a los niños con las matemáticas sin usar números
A través de treinta instalaciones, este recinto busca quitarles el miedo a la asignatura a través del juego y la exploración con experiencias que se tocan y escuchan.
Camila Sandoval C. Desde Nueva York
Una puerta de vidrio con un gran símbolo Pi rojo da la bienvenida al público al Museo de las Matemáticas (MoMath), al costado del Madison Square Park, de Nueva York. Este es el primero de su tipo, al menos en EE.UU.
De entrada, Glen Whitney, su director ejecutivo, advierte que el MoMath es una experiencia práctica con las matemáticas, pero con muy pocos números.
En la primera planta del museo, niños desde cuarto básico hasta adolescentes y sus padres se ven concentrados en las actividades. Unos juegan sobre un triciclo con ruedas cuadradas que gira gracias a un suelo de circunferencias. Otros se desplazan sobre una variedad de figuras de formas distintas, pero de ancho constante.
"A la gente no le interesan las matemáticas porque no saben todas las cosas que involucran. Hay una conexión con la música, con la ingeniera, con el arte, con los negocios", dice Whitney a "El Mercurio".
Para superar esa percepción incorrecta y limitada acerca de las matemáticas, el museo dispone de casi 6 mil metros cuadrados, con 30 atracciones distribuidas en dos plantas. "Las clases están llenas de repeticiones, fórmulas y ejercicios, pero acá hay una muestra de lo que pueden hacer las matemáticas. Una vez que juegan, exploran y se divierten, surge la necesidad de saber más", agrega Cindy Lawrence, cofundadora de MoMath.
Después de experimentar, y como una forma de sumar contexto a cada una de las instalaciones, los visitantes se acercan a las pantallas táctiles donde se explica la relación de cada juego con la matemática. Y lo hacen en tres niveles distintos: para los más pequeños, para adolescentes y para adultos.
"Nos llegó un testimonio de un padre que relata cómo el MoMath cambió la visión de la matemática que tenía su hijo de doce años. Cuenta que cuando llegó a la casa miraba los bordes de las ventanas y decía que eso era matemático. Su entusiasmo fue tal que incluso subió sus notas en el colegio", relata Lawrence.
Cambio de imagen.
Los fundadores del MoMath reconocen que tienen una ardua tarea por delante debido a la idea generalizada de que las matemáticas son aburridas, difíciles y aterradoras. Pero ellos parecen decididos a cambiarles la imagen.
En el centro de la planta baja está el "Enigma Café", zona donde se concentra la mayoría de los adolescentes. Ahí, en vez de café, se sirven rompecabezas y acertijos que se deben resolver sobre las mesas que están dispuestas como un tablero de ajedrez.
En el sector "Mathenaeum" los niños pueden diseñar sus propias figuras geométricas. Las más populares se convierten en parte de la muestra gracias a una impresora 3D.
Otra de las atracciones es un proyector que convierte el cuerpo de una persona en un árbol y lo muestra en una pantalla digital que replica el cuerpo en cada rama, creando un "árbol humano". De esta manera las personas se vuelven una estructura matemática conocida como fractal.
El equipo del MoMath tiene grandes expectativas de lograr un cambio importante en cómo esta asignatura es percibida. El diagnóstico de Lawrence es claro: el problema lo genera el aprendizaje de memoria que se inculca en la escuela. "Es como enseñar a los niños a leer música sin siquiera decirles qué instrumentos existen. No arreglas eso con más pruebas, sino con una institución cultural que pueda cambiar las normas y percepciones acerca de las matemáticas. Nosotros queremos estar ahí", señala.
El museo también tiene una muestra itinerante que recorre todo EE.UU. Aunque han recibido invitaciones de otros países, estas no han logrado concretarse. Su deseo es llevar este innovador proyecto a más personas y en sus planes, afirman, podría estar Chile.
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